Toni Ortolà – Los problemas del color en el trabajo del diseñador gráfico

Habréis oído hablar de la teoría del color ¿verdad? Ésta nos explica la descomposición de los colores en RGB (Red, Green y Blue) en las luces y en CMYK (Cian, Magenta, Yellow y Black) en tintas. También conoceréis el famoso círculo de color con el arco iris representado formando un círculo.

Parece lógico que con esta teoría sobre el color, los diseñadores ya tenemos solucionado el problema del color, ¿no creéis? Pues va a ser que no… Los colores son un dolor de cabeza para cualquier diseñador que pretenda unificar la gama cromática de una marca en diferentes soportes y formas de reproducción y os explico.

Cuando una marca se tiene que reproducir en papel, suele hacerse con offset (técnica de impresión de imprenta), y cuando va sobre una camiseta en serigrafía, pero cuando es una lona de una fachada o valla publicitaria, se hace en digital con un plotter (impresora para soportes muy grandes). Cada uno de estos sistemas de impresión hace una lectura diferente del color, y eso en la práctica implica que el amarillo no siempre es amarillo. Esto es un verdadero caos, ya que todo el material corporativo de una empresa saldría en diferentes colores.

El diseñador tiene que saber como reacciona todos los colores en los diferentes soportes y técnicas. Y ahí es donde se reflejada la experiencia de un diseñador. No se trata de elegir un color que nos guste y ya está, no. Hay que probar como se imprime en un papel brillante, también en mate, hacer pruebas con el plotter del rotulista, visitar al serígrafo y hacer pruebas también. Todo eso sin meternos en el tema de «Perfiles de Color» que ya lo abordaremos otro día, porque ahí si que nos podemos volver locos.

Y para finalizar os doy un consejo: Si queréis disfrutar de los colores, no os hagáis diseñadores… ¡os volveréis locos! Por cierto me gusta disfrutar de la locura.

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Toni Ortolà – El funambulismo o como el diseñador busca el equilibrio

Una de las preocupaciones del día a día de los diseñadores es el equilibrio a la hora de realizar cualquier trabajo de diseño. A veces, hasta somos demasiado obsesivos, pero vaya, es casi una necesidad existencial. Lo tenemos que ver todo alineado entre si, a la derecha, al centro a la izquierda, todo menos nuestra mesa de trabajo. Nos pasamos la vida buscando la famosa proporción aurea, la regla de los tercios o infinidad de reglas, con guias, con cuadriculas base, con normas y explicaciones que a veces no entendemos ni nosotros mismos. Nos gusta el equilibrio y, es así, como debe ser un diseño. A más equilibrio, más agradable a la vista y a la percepción de los mensajes. Es mucho más fácil comunicar con algo ordenado que con un caos de mensajes amontonados y cuando se trata de comunicar hay que ser muy concreto con lo que se quiere decir y si empiezas a amontonar elementos estás dificultando la comprensión del mensaje.

Entonces, ¿el diseño se reduce al equilibrio? Pues no, como en todas las cosas siempre está la parte contraria. Si, también se puede comunciar con la falta de equilibrio. Una barricada en medio de una carretera transmite el mensaje de los manifestantes, porque ha roto el equilibrio normal de la circulación de coches y porque crea el caos. Si colocamos un elemento que rompe con la alineación, provocará que nos fijemos en él y, por lo tanto, estaremos desviando la atención hacia ese lugar. Esta “nota discordante” puede ser un eslogan, una imagen, un precio, lo que queramos que el receptor perciba en primer lugar y de forma clara.

Con esta pequeña reflexión de equilibrio o desequilibrio lo que pretendo es aconsejar a los diseñadores que hay que estar abiertos a todas las posibilidades con tal de comunicar el mensaje, ya que lo importante es COMUNICAR, no de que manera.

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Toni Ortolà – Una tarjeta no es un catálogo

Una tarjeta no es un catálogo. Parece que sea lógica esta afirmación, pero mis años de experiencia en el sector gráfico me dicen que no es tan lógica.

Cuando yo empecé a trabajar en la imprenta de mi padre hace ya 30 años, recuerdo que la mayoría de tarjetas que se hacían eran tarjetas de un tamaño más grande que el actual (antes 6×10 cm, o 7×11 cm. Ahora 5,5 cm x 8.5 cm) y se hacían grandes por la sencilla razón de que se pretendía poner cuanta más información mejor aprovechando el coste. Había clientes que, si le hubiéramos dejado, hubiese  impreso incluso en los bordes de la tarjeta. Las cosas ahora han cambiado, o por lo menos eso creía yo. Pero empecemos primero por definir la función de una tarjeta de visita.

Funciones de la tarjeta de visita

Imaginemos por un momento que te presentan a una persona y empiezas a contarle toda tu vida en 5 minutos, ¿cuál creéis que será la impresión que le quedará a esa persona sobre ti? Lo más seguro es que se largue corriendo y no vuelvas a saber más de ella por dos razones:
1, porque eres un paliza y solo has hablado tu y 2, porque como ya le has dado toda tu información, no necesita seguir más contigo.

Lo lógico cuando te presentan a alguien es decirle tu nombre y poco más, quizás a que te dedicas o algún dato más, pero muy poco. Pues con las tarjetas de visita debe ser igual, que el nombre ya lo dice es de visita, no hay que ser pesado cuando vas de visita. La tarjeta es como decir Hola soy Toni y estos son mis datos y nada más.

A la otra persona no le hace falta saber nada más en ese momento, después si está interesado en ti seguro que te llama o busca más información que seguro que la encuentra por que le habrás puesto los datos necesarios para hacerlo.

Toni Ortola tresT Comunicación Diseño y Publicidad Alicante

La tarjeta de visita tiene que ser lo más sencilla posible, en cuanto a datos se refiere, en cuanto al diseño, va en función de lo que queramos expresar. Un pintor hará una tarjeta más colorida y un abogado la hará más sencilla con colores más neutros, pero al final los dos están dando una información y si le aportamos demasiada información al usuario, no se va a quedar con un mensaje claro.

Pues si, eso era lo que yo creía, pero después de tantos años intentando que los clientes entiendan la diferencia entre tarjeta y catálogo, veo que la batalla sigue aun en pie, no puedo dejar de molestarme cuando me dan una tarjeta y veo que no han dejado ni un espacio en blanco, sino al revés, todo bien amontonado, marcas, productos, servicios, datos de contacto, fotos, etc.

Si, se siguen haciendo muchísimas tarjetas de ese tipo, que no han sabido ser concretos y decir en dos palabras a que se dedican profesionalmente.

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