No voy a negar que a todos nos gusta divertirnos, pasarlo bien y reirnos, cuánto más mejor. Pero la adicción al ocio que tenemos todos hoy en día no puede ser sana a la larga -si bien, a la corta, ya hay gente que padece los efectos de tanto «ocio»-.
Digo esto porque leo una noticia en el portal de la Interactive Advertising Bureau (IAB) en la que pone que los internautas españoles «dedican una de cada cuatro horas de navegación [por la red] a ver videos».
Esta noticia que, aparentemente es una obviedad (quién no entre una vez al día como poco a Youtube que teclee la primera arroba) me hace pensar en nuestra -como españoles- obsesión por el ocio.
Ultimamente, si un trabajo, conferencia, spot, campaña o qué-se-yo no es divertido, ameno o entretenido, no vale. En este sentido, me he visto muy presionada en mi ámbito de trabajo por hacer cosas divertidas y que gusten, que enganchen al espectador-usuario a través de la risa y no porque les parezca curioso o cultural.
Nada, la cultura no vale. Debe ser todo divertido o se desecha. Vivimos en el mundo de la parodia y no tenemos más que ver la programación televisiva para darnos cuenta de que todo es humor, humor para todos los gustos y en todas las franjas horarias. Y, como no, Internet es una herramienta más de ocio, de la cual disponemos incluso en el trabajo -una gozada, ¿no?-. Así que todos a ver vídeos musicales, virales, imagenes graciosas y controlar nuestras redes sociales que ya trabajará Rita la Cantaora…
Un comentario en “Ocio, ocio y….¡ah, también ocio!”